Saturday, July 12, 2008

El conocimiento antiguo en el Viejo Mundo

Contra la habitual objeción de que las sociedades antiguas poseían apenas un conocimiento técnico rudimentario, existe evidencia creciente de que en realidad tenían capacidades tan avanzadas en matemáticas y astronomía que sólo recientemente, tras largos y oscuros milenios, han sido igualados o mejorados.

Tal es el caso, por ejemplo, de la India, que estaba tan adelantada en sus conocimientos de astronomía que llegó a convertirse en la meta de los buscadores de sabiduría. Un antiquísimo jyotisha, el Brahma-gupta, trata, entre otros, temas como el movimiento de los planetas alrededor del Sol, la oblicuidad de la eclíptica, la forma esférica de la Tierra, la luz reflejada de la Luna, la revolución de la Tierra en torno a su eje, la presencia de estrellas en la Vía Láctea, la ley de gravedad... todo lo cual no vería la luz en Europa sino a partir de Copérnico y Newton.

A su vez, el Surya-siddhanta nos informa que la Tierra, un globo que se desplaza por el espacio, tiene un diámetro cuya longitud equivale a 12,617 kilómetros actuales, un valor muy cercano al calculado en nuestros días.

Ahora bien, pese a la existencia de avanzadísimas concepciones sobre la dislocación espacio–temporal y sobre la actual expansión del Universo, los datos referentes al período de precesión de los equinoccios parecen haber sido disfrazados por medio de un peculiar lenguaje simbólico, aun cuando una cuidadosa inspección de ciertos textos —por ejemplo, el Bhagavata Purana 5, 21:4— nos permita discernir su duración en forma aproximada. Pero sea como fuere, ya he dicho que fue probablemente en la India donde Hiparco obtuvo su conocimiento de este fenómeno, del mismo modo que Aristarco de Samos recibió uno mucho menos sofisticado pero que escandalizó a sus contemporáneos, aunque fuera compartido por otros filósofos como Zenón de Elea, Anaxágoras y Demócrito: el de la esfericidad de la Tierra y su desplazamiento junto con los demás planetas alrededor del Sol.

En cuanto a Demócrito, lo más probable es que el origen de su famosa teoría atomística haya que buscarlo también en la India, en el “sistema filosófico” Vaisheshika del legendario sabio Kanada.

Pero mucho antes de que los mismos griegos surgieran a la historia, parece ser que en el antiguo Egipto se conocía todo esto, o poco menos. Un manuscrito de un tal Abdul Hassan Ma’sudi, conservado en la Biblioteca Bodleiana de Oxford, informa por ejemplo que «Surid, rey de Egipto antes del gran diluvio, hizo construir las pirámides y mandó a sus sacerdotes depositar en ellas los conocimientos de la ciencia y la sabiduría», y que «en la mayor se consignaran los datos relativos a las esferas y sus posiciones y ciclos, a fin de perpetuarlos».

En conexión con esto, es un hecho comprobado que la pirámide de Kéops contenía tanto el conocimiento del valor de pi —dado por la suma de sus cuatro lados dividida por el doble de su altura— como el del número áureo, 1.618 —obtenido mediante la división de la superficie de su base por la superficie lateral y la de ésta por la superficie total— además de muchos otros datos, como la distancia media al Sol, etc.

Además, en Egipto se predecían los eclipses y se desarrolló un calendario agrícola tan avanzado que anunciaba el momento exacto de las inundaciones del Nilo. Todo esto convirtió a este país, como a la India, en meta de los buscadores de conocimiento. Según Diógenes Laercio, fue allí donde los filósofos griegos Thales y Demócrito aprendieron geometría y astronomía, y por su parte Porfirio, en su Vida de Pitágoras, insiste en el origen egipcio de las ideas de Thales de Mileto y, por tanto, de Pitágoras. En cuanto a éste, parece ser que su famoso teorema era de uso común en Egipto ya en el 2500 a.C.

Sin embargo, fue con seguridad en Babilonia, según investigaciones recientes, donde dicho teorema se conoció no sólo en su utilización práctica sino en su formulación teórica por lo menos desde el 2000 a.C., y cabe aún la posibilidad de que este conocimiento se remonte a los antiguos sumerios, lo que de hecho lo situaría en épocas prehistóricas. Como sea, se dice que los babilonios inventaron el círculo dividido en 360 grados, aunque este “invento” parece haberse hecho en muchas partes y en épocas distintas. Lo que sí es seguro es que, al igual que los egipcios, los babilonios establecieron un calendario agrícola exacto que predecía no sólo las inundaciones sino también los eclipses, todo lo cual hizo de Babilonia, como de Egipto y la India, un gran centro irradiador de cultura.

Por lo que se refiere a la China, un solo ejemplo bastará para mostrar el grado de adelanto que alcanzó desde muy antiguo en el campo de la astronomía: Un manuscrito arcaico describe, en el peculiar estilo poético chino, un encuentro “inarmónico” entre el Sol y la Luna en Fang, una parte del cielo de la China que correspondería a cuatro estrellas de la constelación de Escorpión. Pues bien, cálculos efectuados por astrónomos contemporáneos han revelado que este eclipse ocurrió el 22 de octubre del año 2137 a.C., o sea hace más de 4,000 años… (Continuará.)

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