Saturday, August 09, 2008

La Atlántida

La famosa isla-continente

Una vez admitido un origen común para las culturas grandes y misteriosas como la sumeria y la egipcia en el viejo mundo, y la Maya y la azteca en el nuevo, surge naturalmente la pregunta: ¿dónde podía hallarse dicho origen? Mucha gente dirá inmediatamente que sólo puede haber sido en la Atlántida.

Sin embargo, a riesgo de decepcionar a los muchos miles de partidarios de la Atlántida, señalaré de inmediato que no podía hallarse en esa famosa isla-continente. Pues aunque se han esgrimido un cúmulo de pruebas en favor de su existencia, principalmente en los varios miles de libros escritos acerca del tema a través de los años, una cuidadosa consideración de la información existente, en particular del marco temporal involucrado, demuestra que la Atlántida fue a lo sumo un centro secundario que irradió, como muchos otros centros irradiadores de cultura del mundo en diferentes épocas, en un momento en que el actual Manvantara estaba ya muy avanzado, es decir, cuando la tradición primordial, de carácter polar y centrada por tanto en la Osa Mayor, había cambiado ya a zodiacal, orientada a las Pléyades —hecho que cobra especial relevancia si recordamos que las Pléyades eran hijas de Atlas y que fueron llamadas, a causa de ello, las “Atlántidas”.

Por otro lado, de lo que sí no existe duda alguna es que la civilización atlante existió. Tal vez la mejor prueba de ello la proporcionan los incontables nombres que han perdurado a un lado y al otro del Atlántico y que se derivarían de una misma fuente, como por ejemplo Aztlán, isla mítica que los aztecas reclamaban como su patria de origen (y, curiosamente, Atl es el nombre dado al agua tanto en el antiguo México como en los países semíticos) y muchísimos otros.

Otra prueba la constituiría lo que se ha dado en llamar la gran paradoja del antiguo Egipto, que parece haber pasado, ya a partir del Imperio Antiguo, de una simple unión de clanes protohistóricos a una civilización refinadísima capaz de construir inmensas pirámides —inmenso logro que favorece la hipótesis de que procediera de otra parte del mundo, que no sería otra que la Atlántida.

Sin embargo, es precisamente a raíz del catastrófico hundimiento de las isla-continente que se habría producido el diluvio bíblico, lo cual, al situar ambos acontecimientos en la misma época, haría de la Atlántida un lugar aun más improbable como origen cultural común de la humanidad actual, tanto más cuanto que, según ciertos datos tradicionales, su duración no habría excedido un “gran año”, entendido como la mitad de un período precesional.

Así, pues, para hallar el centro supremo debemos olvidarnos de los centros secundarios y relativamente recientes y remontarnos al comienzo mismo del presente Manvantara, a la época regida por el Manu Vaivasvata de la tradición hindú, padre de la humanidad actual, a la que el avatara Matsya, el pez, prefiguración del Oannes babilonio, habría salvado del gran diluvio «que cubrió los tres mundos». Tal época sería anterior a la del diluvio bíblico en al menos 40,000 años y se remontaría por tanto a los tiempos de la Tula Hiperbórea, situada en el Polo Norte, allí donde, en palabras de Homero, están «las revoluciones del Sol», hogar del Apolo céltico o hiperbóreo; un lugar de delicias evocado por numerosas tradiciones, incluso por la china, donde la estrella polar, y en general la Osa Mayor, “la cigüeña”, tienen un papel importantísimo; pero principalmente por todas las de origen indoeuropeo, y que sería el antecedente más remoto del Jardín del Edén de la tradición judeocristiana. (Continuará)

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